El requerimiento que Demi Lovato
temía había llegado por fin.
Tomando en brazos a su pequeño
sobrino, presionó los labios contra su sedoso cabello, que tenía el mismo tono
castaño de su fallecida madre. ¡Si al menos pudiera absorber algo de su
inocente optimismo y de su obstinado valor! Necesitaba ambas cosas
desesperadamente.
Ajeno a la angustia de su tía, se
revolvió entre sus brazos, riéndose de felicidad por estar vivo y ser querido.
Durante un instante, su alegría hizo que Demi se olvidara de su persistente
tristeza y las preocupaciones del futuro. Le trazó con la yema de los dedos el
contorno de la boca y el mentón, que le recordaba a su hermano. Le reconfortaba
saber que parte de su hermano y de su hermana vivía en aquel niño tan querido.
No debía fallarle como les había fallado a ellos.
-Por favor, señora –dijo la doncella
que había sido enviada para recoger a Demi-. El señor quiere que venga
enseguida. Si le hace esperar se pondrá de mal humor.
-Por supuesto, Bessie –la frágil
burbuja de felicidad del interior de Demi estalló ante la mención del tío
Henry.
Tras haber esperado cincuenta años
sin apenas esperanza de heredar el titulo de Lovato y la hacienda, el nuevo
marqués parecía impaciente por recuperar el tiempo perdido.
-¿Podrías cuidar a
David por mí? No me atrevo a llevarlo conmigo, si lo dejo en la cuna llorará.
Y valla si lloraría. Gritaría todo
lo que le permitieran sus pequeños y sanos pulmones. Todavía era demasiado
pequeño para entender que esos arrebatos resultaban impropios. Lo último que
Demi necesitaba durante el encuentro con su tío era los penetrantes gritos de
David resonando a través de la decorosa quietud de la mansión Lovato.
-Pero señora –Bessie dio un paso
atrás con gesto cansado –voy muy retrasada con mi trabajo. El señor quiere que
ventile y que quite el polvo de la habitaciones, que friegue los suelos y
limpie las ventanas. ¿Cómo voy a hacer todo eso además de mis otras
obligaciones si me manda a dar recados y me piden que haga de niñera?
Demi parpadeo irritada. Unos meses
atrás, ninguno de los sirvientes se hubiera atrevido a incumplir una orden de
la señora de la casa Había cambiado muchas cosas en la mansión desde la muerte
de su hermano… y ninguna a mejor.
-Por favor Bessie –Demi odiaba tener
que rogar pero no le quedaba más elección-. No tardaré mucho, te lo prometo. Y
cuando haya dormido a David esta noche vendré a ayudarte a fregar.
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